¿Qué es la degeneración macular asociada a la edad?

La degeneración macular asociada a la edad (DMAE) es una enfermedad degenerativa de la mácula que provoca una disminución progresiva de la visión central. La mácula es un área pequeña localizada en el centro de la retina, la capa posterior del ojo que transforma la luz y las imágenes que entran en el ojo en señales nerviosas que son enviadas al cerebro.

La mácula es la responsable de que veamos con claridad los pequeños detalles, que la visión se más nítida tanto de cerca como de lejos. La DMAE afecta solo a la visión central, la visión periférica no se ve alterada.

Es la causa más frecuente de disminución severa de la visión en el mundo occidental. En España afecta al 13% de las personas mayores de 65 años.

Además, al estar íntimamente relacionada con el envejecimiento, se estima que el número de personas con degeneración macular puedan doblarse en los próximos 20 años, debido al aumento de la esperanza de vida de la población.

Tipos de DMAE

Clasificamos la DMAE en 2 variantes, con diferente evolución y pronóstico:

  • Degeneración macular seca o atrófica
    Constituye el 85% de todos los casos de DMAE. La forma seca presenta una evolución lenta a lo largo del tiempo (años).
  • Degeneración macular húmeda o exudativa
    La menos frecuente pero más grave. Con severa y rápida pérdida visual (días o semanas) a consecuencia de la formación de vasos sanguíneos anómalos, que forman una malla vascular por debajo de la mácula y que conocemos con el nombre de membranas neovasculares.
Esquema DMAE Seca y húmeda

A la izquiera DMAE húmeda o exudativa. Derecha esquema DMAE seca o atrófica.

¿Cuándo acudir al oftalmólogo?

En los casos más leves y cuando solo un ojo está afectado, los pacientes pueden no tener síntomas. Sin embargo, cuando la enfermedad progresa el paciente puede sufrir alguno de estos síntomas

  • Visión borrosa
  • Ondulación de las líneas rectas
  • Objetos distorsionados
  • Presencia de una mancha central

Todo ello conllevará una dificultad para realizar tareas de la vida cotidiana como leer, escribir, conducir, cocinar, etc. Ante cualquier síntoma de alarma, se aconseja acudir al oftalmólogo para poder ser valorado y eventualmente tratado en el menor tiempo posible, limitando al máximo las secuelas visuales irreversibles que ocasiona la DMAE.

Al ser una enfermedad inherente al envejecimiento, no tiene prevención, aunque un diagnóstico y tratamiento precoz, implicará un mejor pronóstico visual.

Es aconsejable someterse a revisiones oculares periódicas a partir de los 50 años, especialmente en personas con antecedentes y ante cualquier cambio en la visión, acudir sin demora al oftalmólogo.

Tratamiento de la DMAE

Antes de empezar cualquier tratamiento, es necesario realizar un examen oftalmológico completo. En ocasiones realizamos una angiografía fluoresceínica (inyección de un contraste endovenoso que permite estudiar con mayor detalle la localización y tamaño de las membranas neovasculares ) para confirmar el diagnóstico y una tomografía de coherencia óptica (scanner a nivel de la mácula, que muestra signos indirectos de actividad de la enfermedad) para ayudarnos durante el seguimiento.

La DMAE húmeda o exudativa debe ser tratada con inyecciones intravítreas de fármacos antiangiogénicos (ranibizumab, aflibercept o en casos seleccionados, bevacizumab). Con ello conseguimos enlentecer o incluso detener la progresión de la enfermedad en un gran número de pacientes. Actualmente el 70% de los pacientes tratados consiguen no perder visión al año de tratamiento y el 40% consiguen acabar con visiones por encima del 0,5, lo que implica la posibilidad de poder conducir.

Las inyecciones intravítreas deben ser administradas, para mayor seguridad y comodidad del paciente, en quirófanos o salas blancas, y por tanto bajo estrictas condiciones de esterilidad. Su administración resulta prácticamente indolora, gracias a la instilación de gotas anestésicas y es bien tolerado por los pacientes. No requiere preoperatorio. El postoperatorio solo exige aplicar colirio antibiótico para prevenir la infección. El riesgo de complicaciones si seguimos estas directrices es extraordinariamente bajo.

La DMAE atrófica aún no tiene tratamiento curativo. La ingesta diaria de complejos antioxidantes y una dieta saludable (rica en antioxidantes y Omega 3), así como evitar el tabaco y limitar la exposición a la luz solar, parecen ralentizar la evolución de la enfermedad.

 

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