¿En qué consiste?

La fotocoagulación con láser es un tratamiento clásico en oftalmología desde hace más de medio siglo.

Consiste en la emisión de un haz de luz concentrado en un único punto (láser) de alta energía de tal manera que tenga un efecto de sobrecalentamiento del tejido retiniano generando una quemadura selectiva.

Son dos los objetivos esenciales del tratamiento: ablacionar o destruir el tejido donde se realizan los impactos de fotocoagulación y formar cicatrices en la retina con el fin de generar una adhesión entre las capas de la retina y el epitelio pigmentado subyacente.

En la actualidad existen sistemas de emisión de láser con impactos múltiples en la misma aplicación de tal manera que se reduce el tiempo de duración del tratamiento y se minimizan las molestias que el paciente puede llegar a sufrir.

Asimismo, en el contexto del tratamiento de lesiones retinianas, se aplica láser no térmico en la terapia fotodinámica para activar el principio activo denominado verteporfina.

¿Cuándo está indicada?

La fotocoagulación con láser tiene múltiples indicaciones en función de la patología a tratar.

En el caso de la retinopatía diabética la indicación principal es destruir gran parte de la retina que está falta de oxígeno (isquémica) con el fin de evitar el crecimiento de vasos de nueva formación (neovasos) y no sufrir hemorragias en el gel vítreo que requieran de cirugía (vitrectomía).

El tratamiento con láser en el contexto del edema de la mácula queda relegado a casos muy concretos, ya que actualmente el tratamiento de elección son las inyecciones intravítreas.

Otra de las principales indicaciones de la fotocoagulación láser es el tratamiento de los desgarros retinianos. Nuestro objetivo será generar unas cicatrices que sellen los bordes de las roturas retinianas para evitar que el líquido existente en la cavidad vítrea se filtre por debajo y desprenda la retina.

El aumento de temperatura también es útil para estimular la formación de trombos, algo especialmente útil en el tratamiento de aneurismas de gran tamaño denominados macroaneurismas.

El efecto destructivo del láser es especialmente útil en el tratamiento de lesiones tumorales que podemos encontrar en la retina, si bien es cierto que existen otros tratamientos menos agresivos y con buenos resultados anatómicos.

Otra indicación del láser es el tratamiento de la retinopatía del prematuro donde el objetivo es ablacionar el tejido retiniano sin aporte sanguíneo y que podría ser responsable del crecimiento de neovasos provocando en casos avanzados la formación de desprendimientos de retina de difícil manejo quirúrgico.

¿Cómo se realiza?

La fotocoagulación con láser es un tratamiento ambulatorio que se realiza con anestesia tópica (gotas). Se aplica una lente de contacto a través de la cual se efectúa el tratamiento.

La duración dependerá del área a tratar pero suele ser de pocos minutos. Es un procedimiento indoloro y el paciente permanece sentado durante todo el tiempo del tratamiento. Una vez realizado, el paciente puede notar un cierto grado de deslumbramiento que a las pocas horas cede en su intensidad.

La aplicación del láser también puede realizarse en quirófano, será debido con los objetivos antes expuestos. La anestesia entonces será de tipo loco-regional.

Las sesiones de láser se pueden repetir en función de los requerimientos del cuadro que presenta el paciente.

Complicaciones

Al existir la obligación de colocar una lente de contacto corneal, se pueden realizar pequeñas erosiones. Estas lesiones curan al poco de haberse instaurado un tratamiento tópico y sin dejar ningún tipo de secuelas.

Menos frecuente es la formación de hemorragias tras el tratamiento, especialmente si nuestro objetivo es el obliterar los macroaneurismas.

También se ha descrito como un efecto secundario al tratamiento con fotocoagulación láser la formación de una cicatrización en exceso localizada en el área macular denominada membrana epirretiniana.

Profesionales que realizan este tratamiento

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